Para escribir este relato, con tristeza tengo que remontarme a los años 70 del siglo pasado, cuando mi familia era de la clase más humilde de la sociedad.
Estaba conformada mi familia por seis miembros: mis padres, Adalberta María Portal Font y Pablo Rojas Lima Vega, más cuatro hermanos, de los cuales soy el mayor, seguidos por una hembra. El tercero y cuarto de mis hermanos, ya fallecidos, se nombraban Lázaro Francisco Rojas Portal(foto) y Pablo Luis Rojas Portal.
Lazarito, como le decíamos al tercero, nacido el 8 de marzo de 1965, era una persona con diferentes talentos para triunfar en la vida: el baile, la pintura y tocaba muy bien la guitarra. En todos estos dones brillaba a gran altura, pero donde más se destacaba era en la pintura. Su destino estaba sellado para triunfar en cualquiera de estos caminos, si no hubiera sido cortada su vida a temprana edad.
Antes de entrar en detalles sobre la muerte de mi hermano, hay que recordar que, en las décadas de los años 70 y 80, el régimen comunista estaba en su punto más alto, los militares campeaban por sus respetos y no lo pensaban dos veces a la hora de aplicar su “justicia revolucionaria”, fueran personas de corta o avanzada edad y aun peor si sus ideas no estaban acordes con el sistema político.
El Piti, que era el apodo que cariñosamente le puso el tío Julián y con el cual era conocido, entrañablemente mi hermano en la familia, de vez en cuando cometía travesuras propias de su edad. Se escapaba de la casa, y con otros jóvenes se entretenían en diversos juegos en la calle.
Eso fue hasta una fatídica tarde. No recuerdo la fecha exacta ni el año en que ocurrieron los hechos, ya que lamentablemente desaparecieron los documentos que los atestiguan.
Mi hermano se encontraba con otros jóvenes de su edad en los cañaverales colindantes al Central Manuel Martínez Prieto (el antiguo Toledo), en el municipio Marianao, cortando cañas para comérselas, cuando aparecieron en el lugar dos policías pidiéndoles identificaciones a los menores. Asustados, temiendo ser detenidos por creer que cometían un delito, echaron a correr, dándose a la fuga. Uno de los policías, de forma irresponsable y violando su código, sacó su pistola y disparó contra los menores. La bala impactó en el cuerpo de mi hermano, quien quedó tendido en el suelo, aun con conocimiento.
El otro policía reprendió por su acción al que había disparado, al igual que otras personas que al oír el disparo acudieron al lugar. Uno de ellos quiso agredir al policía, pero se lo impidieron.
Toda la familia estaba en la casa donde vivíamos cuando entre las 7:00PM y 8:00PM llegó un carro patrullero. Un policía, luego de llamar a la puerta y pedir permiso a mi madre para entrar, nos relató lo ocurrido. Monté en ira y pregunté cómo se llamaba el policía que disparó, pero en ningún momento el otro militar quiso revelar el nombre.
Un primo que se encontraba en la casa en ese instante, seguía todos mis pasos para impedir que cometiera una locura. Mis padres, alterados, fueron de prisa para el hospital para conocer el estado de salud de mi hermano. La bala afectó gravemente el aparato digestivo de Lazarito. Hubo que extirparle el vaso y parte del intestino grueso.
Pasados unos meses y estando mi hermano en etapa de recuperación, se realizó el juicio en una sala donde se juzgaban por lo militar, estos tipos de casos. Mis padres, quienes estuvieron presentes en el juicio, me contaron que tuvieron que soportar la desfachatez del fiscal, que en todo momento exaltaba la acción del policía y dejaba ver que mi hermano y los jóvenes que lo acompañaban eran unos delincuentes.
La defensa apenas se hizo notar, pero el fiscal no se cansaba de repetir que “la revolución era justa”. El policía recibió una condena de 6 meses de trabajo correccional con internamiento.
Algunos años después, mi hermano, producto de una obstrucción intestinal que fue consecuencia de aquella herida, falleció, sin haber llegado a los 30 años. Este es uno de los tantos crímenes que se han cometido en Cuba en los 61 años de régimen castrista y que han quedado impunes. Para estas almas que se encuentran en la presencia del Creador, el Sol de la justicia algún día aparecerá.
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