Si se tratase de resumir con una solo idea todo el trabajo realizado por los diputados de la Asamblea Nacional en la comisión de asuntos económicos, y además un domingo, la respuesta es clara: perder el tiempo. Sinceramente, lo mejor que podrían haber hecho es pasar el día de descanso semanal con sus familias, en vez de escribir y, escribir en esas libretas, lo que da una sensación de alumnos aventajados de esos que no preguntan.
Díaz Canel trató de explicar con una serie de argumentos dudosos cómo piensa combatir la inflación (ver entrada anterior del Blog) y tras su intervención, Marrero volvió a la enésima utilización del bloqueo para justificar la baja improductividad de la economía cubana y de las empresas estatales. Según Marrero, ese es un problema de mentalidad, de quienes no quieren asumir los cambios, una verdadera transformación. Una nueva forma de aplicar el bloqueo para explicar los males de la economía cubana. La transformación a la que Marrero hizo referencia es la necesidad de revisar el funcionamiento de las OSDE, organismos burocráticos que siguen sin encontrar un espacio para su inserción efectiva y eficiente en la economía. Y al mismo tiempo, por la lentitud en la implementación de las llamadas empresas filiales y las pocas mipymes estatales. Que todo eso funcione mal sea por culpa del embargo o bloqueo, ya no se lo cree nadie. Que cierren las OSDEs saldrán ganando. También habló Marrero, ante los diputados, de la dolarización de la economía, y volvió a insistir en que “no es política del gobierno, pero reconoció la necesidad de abrir las tiendas en MLC”. Y para justificar lo que no tiene justificación, señaló que “ninguna entidad tiene la potestad de vender sus productos en MLC, y es algo que se va a revisar para encarrilar las cosas como están establecidas. Hemos identificado algunas empresas que comenzaron a vender productos online en divisas y eso afecta la venta en moneda nacional”. Tarde, muy tarde. Marrero sabe, y Díaz Canel también, que las tiendas en MC son una forma de paralizar el malestar social existente en el país, aunque por otro lado, sean incompatibles y contradictorias con el modelo de constitución comunista que rige el país. Se cierran las tiendas en MLC y punto. Ya veremos en qué acaba todo. Marrero también resaltó que la inflación es un tema complejo, y dijo que se trabajará de forma prioritaria en 2022, siguiendo la estela de Díaz Canel. En este punto, citó la urgencia de reducir la cantidad de unidades presupuestadas. Tras Marrero, intervino el ministro de economía Gil, que habló a los parlamentarios una vez más sobre la inflación, prestando atención a su incidencia en la capacidad de compra del salario, que indicó que se encuentra por debajo de la planificada. Lo que no dijo es que esta circunstancia es responsabilidad del régimen y su pésimo diseño de la Tarea Ordenamiento. Y por ello, el ministro señalo que corregir esta desviación es uno de los asuntos en los que se trabaja, además de otras medidas que no han tenido el resultado previsto en el ordenamiento monetario. Al mismo tiempo, se lucha contra la dolarización parcial de la economía entre las empresas estatales y la tendencia a que todo lo que se le vende al sector no estatal se haga en divisa. Procesos que están en la absoluta pérdida de confianza de la población en el peso cubano y su cambio con las divisas, solo asumible en las condiciones del mercado informal. Interesante, el análisis realizado por el ministro relativo a ¿por qué ha aumentado la inflación? Como siempre, mal de muchos consuelo de tontos. La inflación es un fenómeno presente en la economía mundial, al que Cuba no está ajena, y que tiene entre sus causas la ralentización de las actividades económicas, que genera una contracción de la oferta. Bueno, eso será en Cuba, porque en la mayor parte de los países del mundo, lejos de contracción de oferta se asiste a un proceso de intensa reactivación económica que está precisamente en el origen de la inflación. En Cuba, en medio de recesión desde el segundo semestre de 2019 la inflación alcanza un 69,5% de tasa interanual hasta noviembre. El ministro no dijo por qué estas diferencias. Se limitó a explicar que se ha puesto dinero en circulación sin respaldo productivo. En Cuba, por ejemplo, se destinaron más de 2.000 millones de CUP para proteger a trabajadores interruptos temporalmente ante el cierre de actividades. Pero estas políticas de gasto se han aplicado en todos los países para atender la paralización de actividad por la pandemia, pero no han tenido los mismos efectos negativos sobre las economías. Habrá que averiguar por qué en Cuba ocurre lo contrario. Y del crecimiento exorbitante de los costos de importación se puede señalar lo mismo, se trata de un fenómeno global de incidencia para todos. No deja de ser curioso el dato ofrecido por el ministro de que Cuba tenga casi 10.000 contenedores de mercancías en distintos puertos, porque no hay navieras. Otras no quieren trabajar con Cuba por el bloqueo y porque se han incrementado los fletes de los buques. La cuestión es que hay que pagar para recibir el servicio y nadie da nada gratis, es lo mismo que el petróleo, donde Cuba no tiene acceso a los mercados internacionales de suministro. El ministro acaba señalando que todo este aumento de los costes que se traslada a los precios, es lo que provoca la inflación en Cuba, como otros países, pero con algunas diferencias. Y en este punto, el de las diferencias, el ministro Gil trató de explicar ante los diputados qué es la inflación, que definió como “crecimiento generalizado y sostenido de los precios en un periodo determinado” para afirmar que en el caso de Cuba, “ciertamente no sucede así, porque hay precios que no tienen variaciones y son básicos, como el de la electricidad, los combustibles, la canasta familiar normada, la tarifa del agua y la del gas”. Y precisamente, al ocurrir esto es porque se distorsionan los precios relativos que provocan desajustes en los mecanismos de asignación de recursos como está ocurriendo actualmente en Cuba. Por lo tanto, el mal aumenta de gravedad por esa combinación fatal de precios más o menos libres con otros controlados o topados. En este punto, el ministro dijo que la diferencia principal de la inflación en Cuba viene motivada porque en los precios de oferta y demanda, porque hay mucha ilegalidad, reventa y especulación, lo cual es preciso combatir. Una línea de pensamiento ya expuesta por Díaz Canel que busca la delación y el enfrentamiento entre los cubanos, cuando esas ilegalidades se deben al modelo social comunista implantado en el país que obliga a mucha gente a incumplir normas y procedimientos que, de aplicarse al 100%, estarían provocando la hambruna en el país. El ministro dijo que hay que tener más oferta para luchar contra la inflación, pero como “el país priorizó la salud por encima de la economía” no se pudo conseguir. Una diferencia grave de la economía cubana porque en otros países también se priorizó la salud, y no hubo el derrumbe de la producción. Es evidente que el modelo es lo que no funciona pero ninguno de los asistentes se atrevió a decirlo. Ese miedo de los diputados a hablar con libertad se produce porque en Cuba cuando alguien critica a las autoridades, se le acusa de lanzar “campañas difamatorias”, que deben ser reprimidas. Esto es como el ministro calificó la declaración de su antiguo colega Murillo cuando afirmó en la Asamblea que la inflación en Cuba está al 6.900% que en absoluto es una difamación, sino un dato real de los mercados informales, que está provocando como efecto la urgente necesidad de una devaluación del peso cubano. Finalmente, el ministro acabó situando la inflación de 2021 por encima del 70% para advertir a los diputados que sería contraproducente seguir subiendo el salario, porque en el corto plazo los precios se comerían ese crecimiento salarial, si no va acompañado de un aumento de la productividad, tal y como provocaron con el lanzamiento de la Tarea Ordenamiento. Han aprendido la lección. Y acabó señalando que hay que incrementar la oferta, no con más importación, sino con más producción, trabajando eficientemente. Y en eso estamos enfocados, para lo cual se aprobaron las mipymes, se amplió el trabajo por cuenta propia y las cooperativas, que generan empleo, bienes y servicios. Si con eso fuera suficiente, todos podríamos estar contentos. Pero no basta. Hay que avanzar de forma decida en las reformas estructurales de la economía. Y cuanto antes. No es cierto que la economía cubana haya entrado en una fase de reactivación gradual. Los datos no lo confirman. La economía hasta octubre cayó un -1,2% respecto al mismo período del año anterior, a pesar de que ya se han removido todas las restricciones del COVID-19. No se puede aceptar la previsión de crecimiento del PIB en 2021 de un 2% como hizo el ministro porque ello supondría crecer más del 6,5% en el último trimestre de 2021 y eso es imposible a la vista de como están funcionando los sectores. El ministro debó reconocer que Cuba no logra romper la tendencia decreciente de los dos últimos años bajo su dirección económica, y que tendrá muy difícil lograr el 6% previsto en el plan de 2022. Si realmente se hubieran producido las transformaciones y decisiones que exige la economía, se podría apostar por un futuro de mayor prosperidad, pero la obcecación con el modelo social comunista llevará a la economía a nuevos mínimos, sin posibilidades de recuperación. En ese sentido, los objetivos priorizados del plan de la economía para 2022 son los mismos de años anteriores,
Todo muy genérico y sin las necesarias concreciones, además que muestran importantes contradicciones. Y las estimaciones formuladas por el ministro son excesivamente optimistas. Se espera un crecimiento de las exportaciones de bienes y servicios (900 millones de dólares más), con números positivos en rubros como el níquel, tabaco, azúcar y productos biofarmacéuticos y la recepción de unos 2.5 millones de visitantes internacionales. Será difícil viendo cómo se está comportando el COVID-19 en los mercados de origen. El ministro espera, finalmente, que las importaciones crezcan, y del total, casi el 45% se corresponde a alimentos y combustibles, pero esto dependerá de la capacidad financiera de la economía y Cuba sigue sin honrar sus compromisos de créditos con los acreedores internacionales. Mal asunto en todo caso.
Hablando de economía, un domingo cualquiera (y 3ª) Si se tratase de resumir con una sola idea todo el trabajo realizado por los diputados de la Asamblea Nacional en la comisión de asuntos económicos, y además un domingo, la respuesta es clara: perder el tiempo. Sinceramente, lo mejor que podrían haber hecho es pasar el día de descanso semanal con sus familias, en vez de escribir y, escribir en esas libretas, lo que da una sensación de alumnos aventajados de esos que no preguntan. La tercera parte de la sesión corrió a cargo de la señora Bolaños encargada en el régimen de cuadrar las cuentas del presupuesto estatal, una tarea que se está viendo que es imposible y que crea muchos más problemas para la economía que lo que dicen. Sobre todo, encarama la inflación y arraiga las expectativas vía un gasto publico desorbitado y un déficit fuera de control. El caso es que la prensa comunista no recoge una sola cifra del proyecto de presupuesto que presentó la señora Bolaños a la comisión de asuntos económicos de la Asamblea, de modo que una vez más, se tendrá que valorar un documento de cifras y números, con el contenido de lo dicho en la sesión. Quedará para otra ocasión el análisis interno del presupuesto y sus contracciones, que de buen seguro, serán muchas. La primera llegó cuando la ministra expuso las prioridades del presupuesto, definidas para el próximo año, que están en contradicción y van a ser muy difíciles de compaginar, a saber, potenciar la captación de ingresos, incrementar la producción local –sobre todo de alimentos y otros bienes y servicios–, y asegurar el sostenimiento de los servicios y programas sociales. ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Cómo se puede cerrar un círculo de esas características? La ministra partió del déficit público de 2021 que dijo que sería “inferior al aprobado, debido al incumplimiento de las inversiones planificadas”, es decir por enésimo año el régimen comunista ajusta el derroche de gasto corriente haciendo que las inversiones, lo único que realmente necesita la economía para funcionar, se vuelvan a quedar para otro ejercicio. Es decir, se ajusta el presupuesto dejando de invertir. Muy inteligente decisión. De esas que causan más daños que beneficios. Hay centenares de partidas de gasto corriente y superfluo en el presupuesto que se pueden reducir antes de cortar las inversiones. Conviene recordar en este punto que Cuba es el país que tiene el porcentaje más bajo de formación bruta de capital en el PIB, prácticamente la mitad de los países de América Latina, y eso impide a la economía crecer. El ajuste de las inversiones realizado por la señora Bolaños es una pésima y comprometida decisión, por mucho que se haya tenido que gastar más en la pandemia del COVID-19. Todos los países lo han tenido que hacer, pero no ponen en riesgo su futuro paralizando las inversiones en infraestructuras tan necesarias. Esa opción castrista de paralizar las inversiones tiene unos elevados costes económicos y sociales. Los 800 millones para la transformación en los barrios, que anunció la ministra, es una gota en el océano que no va a ningún sitio. La señora Bolaños se abonó a la misma tesis que Díaz Canel, Marrero y Gil, que la precedieron, como no podía ser de otro modo. Y esa tesis es que “el país transita hacia una recuperación gradual de la economía, pero todavía con tensiones, en lo que incide el recrudecimiento del bloqueo”. Pues bien, si este es el diagnóstico de la economía, la señora Bolaños debería haber optado por otro diseño presupuestario. El que ella ha presentado a la Asamblea, no sirve. Primero, la prioridad en los presupuestos de los recursos para la transformación de los barrios y comunidades con la participación de la población en la definición de las acciones que se acometerán es una actuación para otros tiempos, porque su impacto es limitadoen términos de crecimiento y prosperidad al no dar participación a los actores privados. Segundo, no es momento de experimentos, como lo que se pretende hacer con los presupuestos municipales para que sean aprobados y controlados por las asambleas municipales del Poder Popular, que definen las prioridades en la asignación de recursos. Estos presupuestos deben seguir como siempre, de hecho son los únicos que cierran con superávit. Tercero, no es momento de aplicar con gradualidad los regímenes tributarios de las mipymes y las cooperativas no agropecuarias. Es tiempo de vacaciones fiscales, que aseguren que las nuevas empresas privadas se consoliden y crezcan. Lo único que van a conseguir es una mayor mortandad de esas pequeñas empresas, aún muy débiles. Cuarto, al anunciar que se van a mantener la financiación a los subsidios masivos de productos y servicios de alto impacto para la población, la señora Bolaños se carga totalmente uno de los postulados de la Tarea Ordenamiento por ser incapaz de combinar esa rebaja de subsidios con una menor presión fiscal, y vuelta a lo que había antes. Quinto, aparece como una novedad una decisión que viene motivada por la preocupación por luchar contra la espiral de precios, limitar el crecimiento de los gastos de personal en las unidades presupuestadas. Una decisión de control de salarios que ya anuncio, el ministro Gil. O quizás de aumento del desempleo. Lo dicho. Ya puede ir elaborando unos presupuestos nuevos. Los que ha presentado la señora Bolaños no van a llegar al mes de junio. Tiempo al tiempo. El ministro de economía algo debe saber del asunto cuando intervino a continuación para reiterar la necesidad de que la economía se conduzca más por instrumentos financieros y menos por los administrativos, lo que propiciará dar valor al peso cubano. Lo primero puede ser cierto, lo segundo, existen dudas que sea así. En todo caso, es una advertencia a la señora Bolaños para que tenga claro que la gestión presupuestaria se la van a inspeccionar desde economía. Así van los equilibrios internos dentro del régimen comunista de Díaz Canel. Para un sector del régimen es prioritario conseguir que la restricción de divisa se refleje en el gasto, porque, como dice Gil, “cada peso puesto en circulación sin respaldo de oferta genera inflación” y remacha, “porque colocar pesos sin capacidad de compra es un camino hacia la dolarización”. La ministra está avisada. Se acabó usar el gasto público como gas de la risa para ocultar las ineficiencias de la economía. Los “ortodoxos” del régimen han ganado la batalla a los despilfarradores, de ahí que a la señora Bolaños no debió gustarle escuchar a Gil decir, que “es necesario reducir el déficit presupuestario, que en 2022 sigue siendo desproporcionado; de ahí que sea fundamental el control del uso del dinero y buscar las reservas de la economía”. Ella ni siquiera se refirió a esta cuestión en su presentación. Si después de este mensaje lanzado en la comisión de asuntos económicos, la señora Bolaños mantiene su presupuesto, es que no entiende el idioma castellano, o no lo quiere entender. Nada de lo que ella presentó como anteproyecto recoge esa filosofía de contención de los gastos que defiende Gil. Ya se verá quién gana en la práctica. El resto de intervenciones giraron en torno a la influencia de los salarios en la inflación, que parece ser un argumento estrella del ala ortodoxa del régimen, aunque la responsabilidad de la espiral de precios no es debida solo a los salarios, sino a muchas cosas más que se han ido exponiendo en entradas anteriores de este blog. Culpar a los salarios es ir por la vía fácil dada la escasa o nula, capacidad reivindicativa de los trabajadores cubanos. Además, se reconoce que la propuesta de Gil de crear incentivos al trabajo, a partir de la reforma salarial, no ha servido de nada para mejorar las condiciones de la población. Al final se volvieron a inflar las plantillas de las entidades del sector presupuestado, incrementando los costes unitarios de las mismas y trasladando su impacto al resto de la economía. El ministro Gil asumió la existencia en el estado de un un nivel alto de subempleo, pero no dijo nada para corregir la situación. Reconoció que el 48% de la fuerza laboral estatal se encuentra en el sector presupuestado y, además, realizando su actividad en una buena parte en actividades no sustantivas, mientras que en el sistema empresarial alrededor del 35% de los empleados están en puestos indirectos. Una situación insostenible que ha exigido pedir a las entidades evaluar esa situación como parte de la estrategia de perfeccionamiento de la actividad presupuestada, y algunas de las respuestas que hemos recibido es que no hay nada que hacer, que estamos bien. Absolutamente sorprendente. El ministro señaló al respecto, no obstante, que en el primer trimestre de 2022 se avanzará en la solución de ese problema, insistiendo que no se trata de reducir ni congelar plantillas, sino de que cada entidad realice un análisis sobre cuál es el personal imprescindible para garantizar la eficacia en la prestación de servicios. Todo ello, solo puede desembocar en desempleo, que es lo que faltaba al círculo vicioso de la economía de recesión, inflación y… desempleo. Finalmente se habló de diversas cuestiones como el papel del sistema empresarial en la disminución de la inflación, porque se desaprovechan oportunidades abiertas, hay gestiones ineficientes y se suben los precios solo por el afán de cubrir ineficiencias o de aumentar salarios a los trabajadores. También se pidió al sector estatal a comprender el efecto nocivo de esas prácticas y a realizar conscientemente análisis de los ingresos y su distribución. También se hizo referencia al control del presupuesto, en el que se consideró vital el fortalecimiento de la contabilidad, apostando por nuevas normas, de las que existe un alto nivel de desconocimiento, siendo necesario aumentar la capacitación. Otro asunto del que se habló fue la escasez de divisas, que solo se puede resolver, por dos caminos: garantizar eficientemente los planes de exportaciones y buscar las maneras para incrementar las ventas, en un escenario donde se complejiza el acceso a los créditos. Y todas estas intervenciones giraron en torno a la necesidad de involucrar al pueblo, “porque la única manera de ayudar al país sigue siendo producir más”. Y punto. |
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