Por más que he jurado y perjurado que no me dejaré provocar, que mantendré la ecuanimidad, la armonía mental, cada vez que visito las redes sociales, la bestia cibernética que se oculta dentro de mí me desborda y emerge cual lava volcánica escupiendo sobre el retador axiomas irrefutables, que, como misiles, pulverizan toda la monserga de consignas y bravatas ideológicas con las que se presenta.
Esta vez le tocó el turno a un señor que dirige una ONG pro gubernamental – vaya a ver si no hay contradicción – y que dice defender los derechos de los invidentes cubanos. El señor colgó en un Chat grupal en el que cohabitamos, un comunicado leído en un acto político desarrollado por su organización, en el que celebraban el desarrollo del 8vo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC).
El texto hablaba de «la unidad inquebrantable que existe entre el PCC y el pueblo», de una militancia partidista que certifica tu nacionalidad, tu pertenencia o no a esta tierra, de una pretendida continuidad histórica que remonta su génesis al año 1868 y se bifurca por los áridos parajes de la historia hasta llegar a nuestros días, permitiéndole proclamar a los defensores de la tesis, que solo ha existido una gesta revolucionaria.
Sin pensármelo dos veces, apagué el piloto automático y me active en modo respuesta, agitando los dedos sobre el teclado del móvil para dar nacimiento a la impugnación que ahora les entrego.
Señor, gracias por compartir la información. Sin embargo, después de leer la nota no he podido dejar de preguntarme: ¿Cómo organizaciones que aseguran poseer autonomía y representar a la totalidad de sus afiliados, puede asumir posiciones partidistas?
Sepa usted que es deber de todo gobierno, sin importar el signo político con que se arropa, auxiliar a los ciudadanos desvalidos, sin que, por ello, las organizaciones que los representan, como la ACLIFIM, la ANSOC o la ANCI, tengan que rendir pleitesías a la ideología en el poder.
Si algún directivo o miembro afiliado a éstas, ha decidido militar en una formación política, es su derecho, pero debe mantener fuera a la organización, ya que ella es receptora de muchos modos de pensar, o militancias.
La nación no es un partido, y se le puede servir bien o mal desde cualquier posición del arco político; pues como dijera Martí: “Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en la que nos tocó nacer; – y ni se ha de permitir que con el engaño del santo nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas y hambronas, ni que a estos pecados se dé a menudo el nombre de patria … – Quien lo olvida vive flojo y muere mal … (Martí 1875)
Conceptualmente Partido significa “dividido, roto “por tanto, es contra toda lógica pretender enmarcar la unidad dentro de un partido. Por ejemplo: Es contra natura que un parlamento, representante inequívoco de la diversidad social de una nación, en 62 años no haya tenido un solo voto en contra de cualesquiera de los miles de propuestas que allí se han presentado, siquiera una abstención. No hay que tener muchas luce para percatarse que algo no cuadra.
Las luchas insurreccionales no guardan conexión histórica con el proceso que se gestó en enero del 1959. Los próceres de la independencia eran liberales, la antípoda del comunismo. En la mayoría de los casos buscaban la independencia de España y su ideario estaba signado por las doctrinas emanadas de la revolución francesa y norteamericana. Martí, al que han querido asociar con el comunismo, fue un férreo crítico de esta ideología, como lo fue Ignacio Agramontés, por solo citar dos ejemplos.
Finalmente, la palabra revolución no es propiedad de un grupo de cubanos, es un concepto que define a la acción que mueve lo que está estático, que transforma lo establecido en algo diferente, es lo nuevo, lo creativo, lo renovador. Y entiendo que existen miles de jóvenes que hoy pueden clasificarse como revolucionarios y como tales, hoy son reprimidos por los poderes facticos, por quienes defienden la continuidad, el estatus quo, por las elites que un día, hace décadas ya, fueron como estos vástagos de hoy, pero que el tiempo les anquilosó, les petrificó, les convirtió en estatuas de sal, por eso hoy la historia los desborda y se aferran con consignas que hablan de continuidad.
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