Dante no estuvo en presidio. Si hubiera sentido desplomarse sobre su cerebro las bóvedas oscuras de aquel tormento de la vida, hubiera desistido de pintar su Infierno. Las hubiera copiado, y lo hubiera pintado mejor.

José Martí / El presidio político en Cuba.

Si la felicidad o infelicidad de una nación se midiera por la cantidad de ciudadanos que se encuentran en prisión, Cuba sería a no dudarlo, uno de los países más desdichados del orbe.

Si bien es harto conocido que la isla ha sufrido un deterioro sistemático el ámbito económico e institucional, tal vez es la esfera social la que mejor ilustra el fenómeno. Una evidencia de ello es la desproporcionada población penal y las incontables instalaciones carcelarias que se han construido en suelo patrio para retenerles.

Para graficar esta afirmación debemos acudir a las estadísticas. El Instituto de Crimen y Justicia de la Universidad de Londres (ICJUL) desarrolló un informe durante el año 2013 titulado Word Prison Brief, en el que, gracias a la colaboración arriesgada y profesional de organizaciones de derechos humanos como la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), pudo concluir que  la isla cuenta con algo más de 200 prisiones.

Pero dicho así sin un referente comparativo la cifra en sí mismo pudiera no decirnos mucho. Para que se entienda mejor pongamos los siguientes ejemplos:

Un país como Bélgica que cuenta con una población similar a la cubana (11.4 millones de habitantes) tan solo posee 35 presidios. De acuerdo al Ministerio del Interior de España, esta nación, con una población de 44 millones posee en la actualidad 48. 184 presos, en Cuba con una población 4 veces menor hay entre 80 mil y 140 mil, de acuerdo a las fuentes que se consulte.

De acuerdo con el ICJUL cuando se indaga el per cápita de presos en relación con la población de la isla, se concluye que Cuba ocupa el quinto lugar en el ranking de países con mayor población carcelaria del mundo.

Otro elemento que no debe ser olvidado es que antes del 1959 en Cuba había tan solo 14 presidios para una población de 6 millones de habitantes. Para el día de hoy la población se duplicó, sin embargos el número de prisiones se multiplicó entre 15 y 20 veces.

Como se ve, un sector importante de la población cubana pasa largos periodos de su vida en estas instalaciones gubernamentales. Llegado a este punto parece conveniente profundizar e indagar como es la vida dentro de estos recintos carcelarios.

Hacinamiento

Apenas empezamos a indagar lo primero que salta a la vista es que la inmensa mayoría de las prisiones están superpobladas, hasta el punto de que un número no despreciable de presos se ven forzados a dormir en el suelo a la espera de que se haga alguna vacante.

Así describe las condiciones de los calabozos un ex recluso.

“La mayoría de los calabozos poseen forma rectangular de aproximadamente tres metros de ancho por diez de largo, divididos en dos áreas, en la que se ubican filas de literas de tres pisos y en la que duermen unas 18 personas. Las literas ocupan un área de 8.2 metros cuadrados, dejando libre un pasillo central entre ambas filas de literas, que ocupan un área de  unos 17 metros cuadrados, que permite a cada recluso disponer en teoría de un metro cuadrado de área para deambular, cuando se apea de la cama. Los cubículos no poseen taquillas donde guardar las pertenencias o los alimentos por lo que deben permanecer en el suelo a expensa de los roedores que pululan en el lugar”.

El entrevistado nos cuenta que los colchones y las sábanas son escasos. Los presos con mayor suerte que se hacen con una litera, deben echarse sobre colchones con forros de tela de saco rellena de hojas secas infestadas de ácaros.

“Eso que llaman baños no son más que cajas de concreto en forma de rectángulo provisto de solo una letrina, una batea de cemento y un área de aseo. No tiene puertas ni cortinas, ni existen grifos de agua y cubren un área de unos tres metros por dos cincuenta o setenta aproximadamente. Es fácil imaginar que el mal olor y la infección estén por todo el área”.

La fetidez y la insalubridad que describe la fuente se ven potenciados por una ventilación deficiente que se obtiene a través de unos orificios existentes en los extremos superiores del cubículo y por donde entra también lluvia, polvo, hollín, moscas y mosquitos, entre otros insectos.

Problemas de Salud

El hacinamiento y la falta de higiene que ya hemos descubierto contribuyen al contagio de enfermedades en las prisiones cubanas. Las celdas sucias e infestadas de mosquitos son caldo de cultivo para enfermedades de la piel, el hacinamiento para la tuberculosis, la conjuntivitis y la sarna. Muchos presos padecen molestas infecciones de hongos bajo los brazos y en la entrepierna, dolencias que podrían prevenirse con tan solo mejorar la higiene.

Otras dolencias que son comunes en los recintos carcelarios de la isla y que están vinculadas a las condiciones ya descritas son enfermedades contagiosas o transmisibles como la hepatitis, helmintiasis, leptospirosis (transmitida por las mordeduras de rata), amebiasis, vómitos, diarrea y meningitis. Entre los presos también es alta la incidencia de problemas psicológicos, como neurosis, ansiedad y depresión.

A pesar de que las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos estipula que los médicos de las cárceles deben visitar diariamente a todos los enfermos y garantizarle una atención adecuada y en tiempo, es frecuente que las autoridades penitenciarias utilicen los servicios de salud como una herramienta para premiar o castigar el comportamiento del recluso, negándole no solo la visita al médico, llegando incluso a rechazar el acceso a los medicamentos suministrados por la familia. Ello ocurre con mucha frecuencia, con la población penal conformada por presos políticos que se niegan a ser reeducados o a aceptar los trabajos forzosos.

Ante la falta de condiciones en las instalaciones sanitarias de las prisiones, la carencia de instrumental médico y de fármacos, las autoridades penitenciarias suelen trasladar a los presos que padecen enfermedades graves a hospitales fuera del recinto carcelario. Durante el año 2008 la prisión del Km. 5 y medio en Pinar el Río contaba con tan solo un médico y una enfermera por cada 400 reclusos y dos estomatólogas por cada 200 reclusos; esto además de pésimas condiciones de trabajo, pocas medicinas y sin el instrumental necesario.

Los presos se quejan de que ocasionalmente las enfermedades de menos gravedad no se tratan, incluso aun cuando provocan un dolor extremo, como en caso de las roturas de huesos o las caries múltiples. Existen casos de presos fallecidos debido a que los médicos de prisiones no les trataron rápida y suficientemente.

Pareciera que jugar con la salud de los reos está en el ADN de los guardias de los penales cubanos. Prohibir que un prisionero tome el sol como está reglamentado suele ser muy frecuente.

Diosvani Sánchez Sol es un ex preso político que estando preso denunció como le fue negada sistemáticamente la salida a la solera (lugar donde los presos toman el sol) esto a pesar de que la recomendación del facultativo donde se hallaba recluido estipulaba que debía solearse a diario. Pero más grave aún, le impidieron el ingreso en la clínica.

Según Sánchez por meses las autoridades le negaron el traslado al hospital provincial. La doctora del penal de Guantánamo le orientó unos análisis para confirmar o descartar la sospecha de que hubiera contraído una tuberculosis, para ello y ante los fuertes dolores pulmonares y la tos constante recomendó el análisis de esputo, heces fecales, hemograma y eritrocito, pero la dirección del penal se negó a internarlo en la clínica.

El caso de Adminardo Flores Torres es igual de preocupante. De acuerdo al testimonio de Sánchez Sol a Flores lo llevaron al puesto médico y le extrajeron un molar sin anestesia, esto tras pasar días implorando que le llevaran ante el estomatólogo.

Alimentación

Un médico que pasó más de seis años como preso político dijo que había visto entre los penados desde malnutrición hasta beriberi, anemia y polineuropatías.

Mala Alimentación

Antes de adentrarme a describir como es la alimentación de los presos he querido mostrar aquellos aspectos colaterales como son el confort de los comedores, la higiene, o la suficiencia de las raciones de comida que se les sirve a los detenidos.

De acuerdo al testimonio ofrecido por presos comunes ubicados en la Prisión Provincial de Ariza, en la provincia de Cienfuegos: “Los calderos para servir los alimentos carecen de higiene, al igual que el personal que los elabora. Son utilizadas cubetas de los mismos presos para servir le leche aguada del desayuno, y esas cubetas son empleadas también para bañarse y lavar, trapear y hasta descargar letrinas. Los alimentos son procesados y elaborados con agua de represas cercanas sin tratar”, relataron. Estas circunstancias favorecen el surgimiento de frecuentes trastornos digestivos e infecciones estomacales severas, brotes diarreicos, entre otros males.

Luego viene el asunto de la inadecuada transportación, conservación, pésima cocción y elaboración de los alimentos.

Los alimentos cárnicos provienen muchas veces de mataderos o centros de elaboración que son transportados hasta las prisiones en camiones sin cámaras de refrigeración, debiendo soportar durante el verano temperaturas que se acercan a los 40º Celsius, lo que acelera la descomposición. No son pocas las quejas que llegan hasta nuestra redacción de presos denunciando que se les está sirviendo alimentos putrefactos o fermentados.

Descripciones como la que varios presos hicieron a la ONG Human Rights Watch no son raras.

“Nos servían alimentos mal elaborados y para colmo descompuestos. El arroz y los frijoles infestados de insectos. Otras veces nos daban un picadillo elaborado a partir de cabezas y tripas de pescado o uno embutidos confeccionados a partir de sangre putrefacta de vaca y de cerdo”.

Existe la creencia entre los presos que lo aquí denunciado no es casual, que responde a un comportamiento intencional de los carceleros. No son pocos los que aseguran que guardias y funcionarios de las prisiones se benefician de la comida por hallarse en mal estado que no consumen los presos. “Intencionalmente elaboran mal la comida, a veces la sirven hasta fermentada, para que los presos no se la coman y llevársela para alimentar a sus puercos”, dijo vía telefónica el ex preso político Rafael Martínez Irisar.

Yaser Rivero Boni describía su experiencia a la periodista independiente Dania Virgen García de la siguiente manera:

“Los espaguetis son procesados con exceso de candela para que aumente el volumen de harina. El picadillo de pescado es sin condimento, sin aceite y putrefacto. Nos dan un pequeño pan de boniato, con un peso de 20 gramos, cada 15 días. Lo que los carceleros llaman comida especial consiste en una pequeña ración de arroz, que llaman de la tierra, ya que es carmelita, con semillas negras, y sabor a fango, sin sal y pegajoso, los frijoles duros y aguados, sin condimento, un pedacito de pollo hervido, dulce de fruta bomba, en trozos, y ácido, y refresco elaborado con frutas descompuestas.  Estas comidas les han provocado brotes diarreicos y acidez a los internos. Los guardias y jefes ordenan servir en las bandejas no más de 180 gramos. Sobran diariamente grandes cantidades para llenar las cubetas de sancocho para los cerdos”.

 

Luego está la proporción de las raciones de los alimentos

Los presos cubanos miden sus raciones de comida en cucharadas, en lugar de en platos. Por ello la mayoría de los presos padecen malnutrición y pierden habitualmente una cantidad considerable de peso durante el cumplimiento de sus condenas. Yoanny Limonta, fue a prisión en la década de los 90 y recuerda que lo que recibía de alimento cabía en un vaso de 250 ml

Recordó Limonta que para desayunar solían darle un vasito de agua con un poco de azúcar prieta y ocasionalmente medio pan. Para almorzar cuatro o cinco cucharadas de arroz y un poco de caldo de AVE (averigua – cuáles son los ingredientes). Fue una época terrible, algunos de mis compañeros fueron afectados por la polineuropatía por malnutrición.

Pero si con lo aquí descrito no bastara, debemos recordar que la distribución de los alimentos está en manos de los Consejos de reclusos, cuerpos represivos creado por la guarnición, conformados por los presos más violentos y que tiene como misión garantizar el orden y la disciplina dentro del penal a sangre y fuego si es necesario.

Estos Consejos abusan de su posición privilegiada dentro de la población penal y acaparan los alimentos que le sustraen a otros. El recorte en las raciones puede ser una herramienta de castigo o chantaje contra otros presos. Las raciones acumuladas también se utilizan para ganar favores sexuales o de otra índole. Human Rights Watch recogido información por medio de entrevista a presos que apunta a que los alimentos producidos en los terrenos de las prisiones cubanas están destinados a las fuerzas armadas cubanas o los hoteles o restaurantes turísticos; los reos son castigados si se les sorprende consumiéndolos en el sitio.

A pesar de las constantes denuncias contra estas prácticas, el gobierno cubano asegura en sus informes a organismos internacionales que garantiza a todos los presos el confort mínimo imprescindible en los recintos carcelarios, que la atención médica está garantizada, que es falso el problema que se anuncia de hacinamiento y que cada uno reciben 2.160 calorías diarias repartidas en tres comidas, (Algo que ni siquiera el pueblo tiene asegurado) y que todos los presos bajos de peso reciben alimentos adicionales y complementos vitamínicos. Para cerrar con broche de oro enfatiza que esto es un logro significativo a pesar del bloqueo (embargo económico) estadounidense.