Combinado del Este, prisión en La Habana. Foto: cortesía de Cubanet.

Si existiera el Dios providente, y lo hubiera visto (el presidio), con la una mano se habría cubierto el rostro, y con la otra habría hecho rodar al abismo aquella negación de Dios.

José Martí / El presidio político en Cuba.

 

Cuando leemos el presidio político en Cuba, ese pequeño folleto escrito por Martí adolecente, mientras purgaba una injusta condena en las canteras de San Lázaro realizando trabajo forzoso, descubrimos un mundo de maldad imposible de concebir para quien no ha tenido la experiencia. Algo parecido ocurre con el actual presidio, sin importar si nos referimos a presos comunes o de conciencia, al final el régimen, fiel al principio comunista de homogenizar la sociedad no hace distingos.

 

En el anterior trabajo nos centramos en describir las condiciones de hacinamiento, insalubridad, carencia de atención médica y malnutrición que padecen nuestros presos. Hoy procuraremos adentrarnos en la subjetividad de las cárceles cubanas, indagando en lo posible como es el trato que reciben los presos de parte de las autoridades.  Abordaremos la disciplina carcelaria y el accionar de la guarnición ante diferentes escenarios.

 

Sobre la disciplina carcelaria

 “Reeducación”

Corresponde al Ministerio del Interior (MININT) administrar el sistema penitenciario cubano. El personal que cuida a presos es militar y está conformado por individuos que son atraídos a las filas del MININT bajo la promesa de importantes estímulos materiales y monetarios. Es importante resaltar esto, porque la inmensa mayoría de la población rechaza con vehemencia ejercer este tipo de oficio.

Los guardias suelen ser captados en zonas rurales, muy especialmente en poblados de la región oriental de la isla. Suelen tener un bajo nivel de instrucción e incluso un bajo coeficiente intelectual. Otra parte de los guardias son asimilados del Servicio Militar Obligatorio que deben cumplir jóvenes cuyas edades están comprendidas entre 17 y 20 años. Algunos, en busca de eludir el trabajo extremo y mal remunerado que tienen que asumir si son insertados en el Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), se enrolan en la aventura de custodiar a los presos.

Cada prisión cuenta con la figura del “reeducador,” un oficial militar, encargado de dirigir el adoctrinamiento político pro gubernamental de la población penitenciaria. Los presos políticos son atendidos directamente por oficiales de la Seguridad del Estado. Otro nivel en el sistema disciplinario de las prisiones cubanas lo ocupan los llamados Consejos de Reclusos, conformados por presos temidos dentro del recinto por su historial violento y son los encargados directos de mantener la disciplina. Como pago por sus servicios las autoridades del penal les permiten distribuir los alimentos, actividad que les resulta lucrativa de acuerdo a los estándares de la prisión, como cobrar favores de otros presos entre los que se encuentran los sexuales.

De acuerdo a las sistemáticas denuncias emergidas desde las prisiones, los miembros de los Consejos cometen algunos de los abusos más terribles. Es frecuente que golpeen a sus compañeros como medida disciplinaria o que abusen sexualmente de algunos de ellos, todo bajo las órdenes directas o con la aquiescencia de los militares.

Adoctrinamiento político

Otras de las peculiaridades que tiene el sistema disciplinario de las cárceles cubanas es el adoctrinamiento político al que obligan a los presos.

En vez de universalizar las posibilidades en la reeducación del preso y que harían de él un ente social más adaptable, las autoridades carcelarias ponen el énfasis en la “reeducación o formación política”. Aun cuando se les permite contar con una escasa participación en actividades recreativas o culturales, todas ellas están permeadas por el mensaje y la intencionalidad política.

La insistencia de la autoridades carcelarias en que todos los presos, ya sean presos políticos o delincuentes comunes, participen en actividades pro gubernamentales también constituye una violación del derecho a la libertad de opinión de esos reclusos y viola las Condiciones Mínimas estipulada por la ONU en el tratamiento a los presos.

Tan obcecado es el énfasis que ponen las autoridades en este propósito que quienes se niegan a recibir este tratamiento “reeducativo” son castigados de diversas formas, que pueden ir desde la pérdida de la visita familiar, de las llamadas telefónicas y en el peor de los casos llevados a las celdas de castigo o aislamiento como también se les conoce.

Durante la ejecución del programa reeducativo obligatorio a los reos se les exige que repitan lemas pro gubernamentales, como “Viva Fidel,” “Comandante en Jefe, ¡Ordene!” “Socialismo o Muerte,” y “Patria o Muerte – ¡Venceremos!, Somos Continuidad”.

Los ciclos de lecturas vinculados a los estudios que se imparten durante el programa de reeducación están plagados de mensajes pro gubernamentales. Aunque en teoría la asistencia a estos programa es voluntaria, la mayoría de las veces los presos son forzados a asistir so pena de recibir castigos.

Una evidencia de lo que expresamos la aporta el ex preso político Raúl Ayarte Herrera, quien cumplió sanción en la Prisión Provincial de Pinar del Rio. Ayarte recuerda como Osiris, nombre con el que se identificaba el reeducador de aquella prisión, le dijo: “tienes que reeducarte y entonces recibirás más comida.”

Aunque el gobierno cubano garantiza la existencia de bibliotecas dentro de las prisiones (al menos el local), – una de las recomendaciones que se hacen en Las reglas Mínimas – los textos de lectura son escasos, están muy deteriorados y saturados de contenido político.

Los presos políticos o de conciencia no pueden recibir de mano de los familiares durante las visitas material de lectura considerado por las autoridades como contrarrevolucionario (CR). De ser detectados los textos son incautados y el familiar requerido o amenazado.

Restricción de las visitas familiares y religiosas

El sistema carcelario cubano ha concebido diferentes regímenes especiales por los que debe transitar el reo. De acuerdo al nivel en que se encuentre el preso así será la frecuencia de las visitas que reciba del exterior. Los guardias toman en cuenta también el comportamiento del cautivo.

Los regímenes más severos sólo permiten dos horas de visita de un máximo de dos familiares cercanos cada dos o tres meses. Es común que los guardias reduzcan de manera arbitraria el tiempo o la frecuencia de las visitas prohibiéndola durante meses o cancelándolas en el último momento, sin tener en cuenta que muchas veces la familia debió desplazarse con dificultad desde largas distancias, o hacer grandes sacrificios para conformar la jaba de alimentos.

Luego los guardias deciden de forma arbitraria confiscar o negar la entrada al recinto de los alimentos, medicinas u otras pertenencias destinadas al uso personal de los presos.

Como casi todo derecho natural con el que debía contar el preso, las visitas del exterior son empleadas de forma frecuente por la guarnición como herramienta de castigo. Aunque, Las Reglas Mínimas, disponen que las autoridades penitenciarias asistan a los reclusos en el mantenimiento y la mejora de las relaciones con sus familias, facilitando el contacto periódico con familiares y amigos, las autoridades se cargan constantemente este tratado, afectando el apoyo psicológico y físico que requiere el preso en las duras condiciones del presidio.

Human Rights Watch ha recogido el testimonio de reclusos y familiares donde exponen a estos últimos a condiciones que denigran su integridad moral. Los alegatos hablan de inspecciones corporales a las que son sometidos por igual los presos y los visitantes, sin importar si son niños o ancianos. Existe la confesión de mujeres que aseguran fueron obligadas por los guardias (mujeres) a desvestirse y ponerse en cuclillas antes de pasar a la visita conyugal. Muchas dicen sentirse denigradas y tratadas como si fueran reclusas.

Restricciones de las visitas religiosas

Las Reglas Mínimas exigen que las autoridades penitenciarias respeten las creencias religiosas, permitan las entrevistas privadas de presos con asesores espirituales y la participación de los reclusos en la instrucción religiosa.

Si bien desde 1964 las visitas religiosas para recibir asistencia espiritual habían sido prohibidas por las autoridades cubanas, a partir de 1989 comenzaron a permitirse. Sin embargo, lo que debía ser una política de fácil acceso  en la práctica se tropieza con un sinnúmero de obstáculos y contratiempos innecesarios.

Los presos son obligados por las autoridades a dirigir una carta por escrito al Director de la prisión explicando las razones por la que piden la asistencia espiritual y queda a discreción del funcionario conceder o no el permiso.

De acuerdo al testimonio del ex preso político Rafael Martínez Irizar, estando encarcelado solicitó asistencia religiosa y las autoridades de la Prisión Provincial de Ariza lo sometieron a una suerte de interrogatorio por medio del cual quisieron indagar sobre sus creencias religiosas, por qué creía en Dios, por qué solicitaba la asistencia espiritual, por qué prefería determinada religión por sobre otra y así por el estilo.

El clero católico, aún y con todas las dificultades que le imponen en su labor eclesiástica, cuenta con mayores facilidades que actores espirituales de otras religiones. Sin embargo, ni siquiera ellos la tienen fácil. En abril de 1998, la Archidiócesis de La Habana manifestó su frustración ante la negativa del Gobierno a permitir que los detenidos se entrevistaran con clérigos católicos. En la actualidad estos permisos se siguen ofreciendo o negando de acuerdo al criterio de las autoridades carcelarias.

Torturas, golpizas y celdas de castigo

A contrapelo de lo que afirma el gobierno cubano cuando asegura que la ejecución de penas corporales, la existencia de celdas de aislamiento o de castigo no se da en nuestras prisiones, lo cierto es que estas ocupan el top de las denuncias que salen de las prisiones de la isla.

De acuerdo al testimonio de presos entrevistados para este trabajo, basta con que el reo contradiga cualquier disposición establecida por la guarnición (aun cuando contradiga al propio código disciplinario) para que el preso sea remitido a una celda de castigo.

Juan Raúl del Rio Noguez, sabe por experiencia cuan denigrante es este castigo, hasta el punto de no dudar en llamarle tortura. He aquí como recuerda su experiencia: “En la celda de castigo no había ventilación alguna. Donde estaba había 4 personas, cuando nos sentábamos en las camitas quedábamos uno delante del otro, que casi nos escupíamos cuando hablábamos. La única ventilación que tenía la celda era una ventanita que medía 5 o 6 pulgadas de ancho y diez de alto, estaba debajo de la puerta de entrada y salida. De noche encendían un ventilador que colocaban en el pasillo para airar unas 50 celdas. Uno de los compañeros de celda padecía de alergia y le faltaba el aire, se tiraba en el piso y buscaba respirar por la apertura de la puerta. En la celda no había agua. Existía una tubería que sobresalía metro y medio por encima del hueco de la letrina, sin embargo durante el tiempo que estuve allí no arrojó agua. Teníamos que pedirle al carcelero que nos diese una cubeta con agua para poder tomar. Los cuatro teníamos que tomar de la misma cubeta. Las necesidades fisiológicas las hacíamos uno enfrente del otro pues no había división ni puerta”.

Los Policías, Guardias y Consejos de Reclusos, utilizan las golpizas como método de castigo

El castigo más extendido en las prisiones cubanas son las golpizas que tienen como objetivo doblegar el disenso político del reo, intimidar a los presos en busca de un comportamiento acorde a las necesidades de los carceleros y en ocasiones para obtener favores sexuales.

La mayoría de los informes redactados por ONG que dentro de la isla monitorean la vida en las prisiones cubanas, reflejan como los guardias ponen en mano de los llamados Consejos de Reclusos la administración de la disciplina, hecho que por sí solo viola la Reglas Mínimas. Es obvio que con tales elementos al frente del ordenamiento disciplinario de las cárceles la violencia y los abusos excesivos aumenten significativamente, particularmente sobre los que a riesgo de todo denuncian las irregularidades del penal.

La denuncia de abusos comienza desde el momento mismo de la detención del reo para fines de investigación previo al proceso de incriminación y procesamiento judicial.

Es conocido que el gobierno cubano tiene como práctica común recluir a personas que aún no han sido juzgadas en varias instituciones que pueden ir desde una estación de policía hasta instalaciones de la Seguridad del Estado e incluso prisiones de máxima seguridad, donde el reo es retenido indebidamente junto a presos de alta peligrosidad. Una vez allí no pocos son sometidos a lo que se conoce como prisión preventiva en aislamiento que los pone en una posición de indefensión y vulnerabilidad ante la brutalidad policial sin que se llegué a conocer, al menos de forma inmediata, lo que acontece con ellos.

Un ejemplo es el caso de Reinery Marrero Toledo, quien fuera detenido el 30 de junio de 1998, bajo el alegato policial de que estaba vinculado junto a vecinos acusados en el sacrificio ilegal de ganado. Cuenta la familia que el 9 de julio de 1998, agentes del Departamento Técnico de Investigaciones (DTI) de La Habana les comunicaron que estando en condición de aislamiento Marrero se había suicidado ahorcándose con una sábana. Sin embargo, la familia pudo ver el cadáver y constatar que tenía numerosas magulladuras y recordó que la policía había cancelado la visita familiar prevista para el día antes de su muerte.

En las prisiones tampoco hay escapatoria. El 18 de julio de 1998, presas de la prisión Nieves Morejón en Sancti Espíritus golpearon a Adiannes Jordán Contreras, que estaba cumpliendo una condena de diez años por piratería. Tanto ella como su hermana, Mayda Bárbara Jordán Contreras, que estaba cumpliendo una condena de 15 años por piratería, se habían negado a ponerse los uniformes de la prisión y a cumplir otras reglas penitenciarias por lo que les propinaron senda golpiza.

El preso político José Daniel Ferrer, líder de la organización política Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), ejemplifica en un video subido a la red social YouTube, la tortura conocida como el 8, que según él es muy común en las prisiones cubanas. Durante el rodaje del material fílmico se ve a Ferrer que se encuentra tirado en el piso boca abajo y es amarado con una cuerda que une a las extremidades inferiores con las superiores, dejando el cuerpo arqueado y totalmente inmóvil. De acuerdo al preso político las autoridades mantienen al reo durante horas y hasta días en esa condición.

El método de castigo que acabo de describir es conocido también entre los presos como “Shakira”, y tiene al teniente coronel Luis Enrique López Díaz como su promotor principal. Una parodia del nombre de la cantante colombiana y cuya ocurrencia se le atribuye al capitán Jesús Boulí, oficial del Combinado de Guantánamo

“Durante mis años de prisión, presencié a prisioneros que eran mantenidos hasta 12 horas y a veces hasta 24 horas con las manos esposadas en la espalda y los pies encadenados; prisioneros desnudos sin respeto alguno al pudor humano; prisioneros mantenido en celdas sin ventilación, sin  luz natural, agua potable o instalaciones sanitarias adecuadas durante meses. Vi negar la atención médica como forma de castigo,” expresó un reo que pidió el anonimato.

Desde la Prisión de Mujeres de Occidente (El Guatao) Noguera Santiesteban nos narra como en cierta ocasión la arrastraron por los pelos y como las guardias del penal la esposaban de la manera más brutal, poniéndolas de cara a la pared, sin que pudieran moverse y obligándolas a que gritaran consignas pro gubernamentales, bajo amenaza de golpiza si se negaban. Recuerda como a una madre y una hija presas las colocaron en cuarto separados y las pusieron a escuchar como golpeaban a la otra.

En un informe redactado por Human Rights Watch, los presos entrevistados relatan cómo ante el cúmulo de evidencias que no puede ser escondida bajo la alfombra, las máximas autoridades del penal deciden aplicar castigos tímidos e intrascendentes contra los guardias que han participado en el acto de abuso.

Los presos entrevistados recordaron en que consistían las medidas menores adoptadas por las autoridades cubanas contra los guardias de prisiones implicados en abusos. Por ejemplo, uno de los casos consistió en un traslado a otro puesto. No se conoce de ningún caso en el que las autoridades disciplinaran a miembros de consejos de reclusos implicados en golpear a otros reclusos.

Ante los señalamientos de organismos internacionales como el Comité contra la Tortura de la ONU, el gobierno cubano evade responsabilidades exponiendo que ha venido adoptando un conjunto de medidas tendientes a verificar responsabilidades en la violación de los derechos de los presos o de abusos que hayan sido cometidos. Otra parte de la estrategia consiste en negar sistemáticamente la entrada a las prisiones de entidades verificadoras independiente y se limita a minimizar cualitativa y cuantitativamente las denuncias.

Para que se entienda como funciona. Sin ofrecer detalles específicos sobre ningún caso, el Gobierno declaró que en 1997 había recibido 37 denuncias de malos tratos en prisión o bajo custodia; había adoptado “medidas administrativas y disciplinarias “en diez de esos casos; y había remitido diez casos a los tribunales, uno de los cuales se saldó con una condena de ocho años de cárcel.

De ser cierta la información constituiría un hito alentador, pero al no poderse verificar y partiendo del hecho inobjetable de que los abusos continúan produciéndose con regularidad, debemos asumir una postura de incredulidad hasta que ello sea demostrado con evidencias. Es más, las represalias del Gobierno cubano contra los presos que denuncian los abusos, las condiciones en las prisiones y su prohibición para el acceso a las mismas de observadores independientes sugieren una determinación de encubrir-en lugar de denunciar y sancionar-los abusos en las prisiones.

Auto Agresión y Suicidio

Como consecuencia de los abusos y las condiciones infrahumanas que aquí hemos venido describiendo el nivel de suicidio es alto. Aunque no existen datos exactos las muertes por ahorcamiento, por sobredosis o envenenamiento se dan con preocupante frecuencia. Similar pasa con las autoagresiones que provocan lesiones serias en el organismo del auto agresor y en ocasiones la muerte. Las formas más comunes de auto agresión son inyectarse petróleo, sosa cautica o excremento.

Tenemos conocimiento de al menos seis suicidios ocurridos en cárceles cubanas durante el 2020, cuatro de ellos ocurrieron en la Prisión Provincial Típico de Las Tunas. Todos ellos por ahorcamiento. Los fallecidos fueron Jorge Rodríguez Pérez, de 27 años, que según esta fuente amaneció ahorcado en un pasillo, y Wilder Carrasco Téllez, Armando García Álvarez y Luis Miguel Sánchez Carrero. Estos tres últimos, de los que no se indica la edad, se ahorcaron en una celda de castigo.

Archivo Cuba, con sede en Miami, tiene documentados 1.111 suicidios en cárceles cubanas.

Eliades Peña Carballo, originario de ese mismo municipio, se encontraba detenido por el delito de “peligrosidad”. Un familiar del fallecido dijo en conversación telefónica con la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, que su muerte se dio poco después de recibir una fuerte golpiza en prisión mientras sostenía una huelga de hambre.

La autoagresión es común en las prisiones cubanas

-Los reclusos del sistema penitenciario cubano se hieren con frecuencia, a menudo causando daño físico permanente. Algunos casos son verdaderos intentos de suicidio, para otros, es la esperanza de obtener su libertad por una incapacidad física, mientras que otros quieren llamar la atención sobre su caso y obtener una revisión.

Los métodos usualmente son extremos. Incluye la mutilación de los dedos, manos y ojos; quemaduras, laceraciones o cortes de la piel; tragar objetos punzocortantes; zurcido de labios y pincharse con agujas que contienen sangre con VIH.

Un prisionero reveló a la agencia de prensa independiente Jagua Press, cómo un recluso se sacó los ojos, acto que solo sirvió para que le dieran una licencia temporal. Tras un breve tiempo en libertad, regresó a prisión.

Una de las técnicas más dolorosas es inyectarse petróleo en un brazo o pierna, lo que comúnmente lleva a una amputación. Nicolás García Armenteros, condenado a 30 años de cárcel por el delito de robo con fuerza, evasión y desacato, fue llevado al quirófano para amputarle una mano luego de haberse inyectado petróleo. Tiempo después, volvió a hacerlo. Como resultado, perdió la otra mano.

El recluso Alexis Gómez Pérez de la Prisión de Boniato se introdujo un alambre en el pene y se abrió la barriga por negársele la asistencia médica. También se auto agredió el recluso Ezequiel Palma Perdomo los días 28 y 29 de julio de 2010, el primer día reclamaba asistencia médica y al negársele decidió cortarse las venas. Los guardias lo golpearon por este hecho y volvió a cortarse las venas por el maltrato. Otro reo que atentó contra su salud fue Elvis Luis Román Gonzales por reclamar que le revisaran su causa al considerarse mal sancionado, los militares lo golpearon y por tal motivo se inyectó petróleo en la barriga.

“Las condiciones sanitarias que nos ofrecen son pésimas. Apenas hay medicamentos. Suelen faltar fármacos tan comunes como la glibenclamida para atender la Diabetes Mellitus” expresó Aguiar González. Según otros reclusos, la prisión de Ariza es la única en la provincia que cuenta con una enfermería apta para ofrecer servicio. No obstante, aclaran que faltan medicamentos y el instrumental médico es deficiente u obsoleto.

Un hombre cuyo hermano está en prisión indicó que la carencia de fármacos y las magras raciones de alimentos se ven agravadas por “la insalubridad y el hacinamiento que padecen los confinados, lo que los lleva a un grado de desespero que deriva hacia la autoagresión”.

Las huelgas de hambre, una forma particular de auto agresión, se han vuelto muy populares como una forma de protestar contra las condiciones. Los guardias han recurrido a métodos agresivos para disuadir a los presos de hacerlas. Los prisioneros son encerrados desnudos en celdas con humedad, aislados y sin derecho a agua para beber.

En particular, los prisioneros políticos usan la huelga de hambre como una forma de protesta. Entre los que han apelado a este recurso se encuentran el premio Sájarov, Guillermo Fariñas, y el opositor Orlando Zapata Tamayo, fallecido el 23 de febrero del 2010 a los 52 años, luego de mantenerse 86 días sin ingerir alimentos.

Después de una docena de resoluciones condenatorias emitidas por la extinta Comisión de Derechos Humanos de la ONU, el gobierno cubano en los últimos años comenzó a realizar reformas en el sistema carcelario. Entre los cambios que se verifican, se encuentran el acceso al teléfono con mayor frecuencia y más minutos por llamada. Ciertas mejoras en la confección y distribución de alimentos.

Las autoridades han emprendido una nueva modalidad de prisión a cielo abierto que está concebida para reeducar a los internos. Los reclusos reciben un salario para trabajar en la construcción o la agricultura. Además, son gratificados con permisos para visitar sus hogares, pabellones matrimoniales, mejor alimentación y condiciones de salubridad, sin embargo sigue siendo insuficiente.

Un reportaje del Nuevo Herald nos explica que aunque el gobierno cubano no ofrece estadísticas sobre las muertes ocurridas en sus prisiones, grupos de derechos humanos y miembros de la oposición interna compilan datos proporcionados por familiares de los reos y presos políticos,

Extraoficialmente, durante el 2008 hubo 42 muertes en las cárceles cubanas, 23 de ellas por falta de cuidados médicos y 11 por suicidio

Sin embargo, representantes de la disidencia y organismos internacionales de derechos humanos consideran que pudieran llegar a entre 50 y 100 debido a que no se reciben reportes de todas las prisiones y sólo se divulgan los casos que se conocen de manera indirecta.

Falta de fiscalización en las cárceles cubanas

Desde hace décadas está presente la negativa del Gobierno cubano a permitir las visitas periódicas y sin previo aviso a sus prisiones de observadores de derechos humanos nacionales e internacionales. Una tupida red de secretismo sigue cubriendo al sistema penitenciario, que según ha reconocido el propio oficialismo cuenta con uno de los índices más altos de presos per cápita de Latinoamérica y el Caribe.

Cuba se niega a divulgar siquiera las estadísticas más básicas, tales como el número de presos. Sin embargo, se ha informado que la Dirección de Establecimientos Penitenciarios de Cuba mantiene un sistema centralizado e informatizado que podría ofrecer información inmediata y detallada sobre todos los detenidos en las prisiones cubanas.

En sucesivas oportunidades el gobierno cubano se ha comprometido verbalmente a permitir esta visitas e incluso a emitir informes sobre áreas de preocupación como la desproporción racial que se identifica dentro de la población penal con un énfasis marcado en las personas de la raza negra.

Los representantes del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)  que llevan a cabo una labor estrictamente humanitaria: entrevistan a presos para determinar sus necesidades psicológicas y materiales y, cuando es necesario, les suministran provisiones tales como medicinas, productos de aseo y ropa. También observan el tratamiento que reciben los detenidos y piden a las autoridades que adopten las medidas necesarias para mejorarlo, que visita a presos recluidos por delitos políticos o contra la seguridad del Estado en todo el mundo, visitaron por última vez las prisiones cubanas en 1988 y 1989.

En 1989 el Gobierno cubano suspendió el acuerdo que había alcanzado con el CICR, y las visitas previstas para 1990 no pudieron realizarse. La negativa del Gobierno cubano a permitir el acceso de organizaciones de derechos humanos y humanitarios a sus prisiones demuestra la falta de una mínima transparencia.

A finales de 1997 el Gobierno cubano notificó a la ONU que “sólo había 19 prisiones cerradas en Cuba, junto con un número de prisiones abiertas.” El Gobierno no explicó la distinción entre prisiones cerradas y abiertas. El Gobierno cubano también dijo que “en cualquier caso, el número de lugares de detención en Cuba, incluidas las estaciones de policía, era menor de 250.” Una investigación llevada a cabo por Human Rights Watch indica que las cifras oficiales son artificialmente bajas.

El Gobierno cubano prohíbe el acceso periódico a sus prisiones, a observadores de derechos humanos y del derecho humanitario nacional e internacional. Si bien es cierto que el Gobierno permitió que un representante de Human Rights Watch visitara Cuba y se entrevistara con 24 presos políticos en 1995, como parte de una misión de derechos humanos junto con France-Libertés, la Federación Internacional de Derechos Humanos y Médicos del Mundo, es verdad también que controló estrictamente el acceso a los presos y no les permitió acceder más allá de las oficinas administrativas de todas las prisiones que inspeccionaron.

Los visitantes supieron luego que las autoridades cubanas grabaron secretamente las que habían efectuado a los presos y basaron sus decisiones sobre la puesta en libertad de éstos en correspondencia con lo que habían expresado (específicamente, sus opiniones en contra o a favor del embargo estadounidense sobre Cuba).

Desde entonces el Gobierno cubano no permitió nunca más que Human Rights Watch regresara oficialmente a Cuba. No se sabe de ninguna organización cubana o internacional que haya obtenido total acceso a las prisiones y los presos cubanos, ni antes ni después. Al Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos en Cuba, Embajador Carl Johan-Groth se le negó sistemáticamente la entrada al país, y a sus prisiones.

Luego de múltiples promesas del gobierno cubano durante el año 2008 al relator especial de Naciones Unidas sobre la tortura, Manfred Nowak, referente a que podría visitar las cárceles de la isla y luego de posponerlo para el siguiente año, en el 2009 le comunicó que no se autorizaba su viaje.

Por entonces Nowak expresaba en una declaración escrita que tenía un mandato del Consejo de Derechos Humanos con sede en Ginebra: “Lamento que, a pesar de su invitación, el gobierno de Cuba no me haya permitido evaluar objetivamente la situación en el país mediante la obtención de información de primera mano de todas las fuentes disponibles”, dijo.

 

Los representantes cubanos en el Consejo respondieron que no necesitan una “valoración objetiva” de la situación de sus cárceles, pero añadieron que seguirían intentando encontrar una fecha que conviniera a las dos partes; la fecha nunca se pactó.

 

“Cuba sigue siendo la excepción en el hemisferio como el único país que no permite el acceso a sus cárceles de organizaciones con probada imparcialidad como el Comité de la Cruz Roja Internacional, o de relatores especiales de organismos enmarcados dentro de instituciones como la ONU. Mientras, en las cárceles cubanas languidece una parte significativa de la población, que a decir de unos de los entrevistados: “Transitan por el infierno como si el diablo hubiese reclamado sus almas por adelantado”.