El pasado domingo 11 de julio me encontraba revisando mensajes en Telegram, la red social que más adeptos gana en la isla, cuando di con un link que me había compartido un amigo y que rezaba «Protesta en San Antonia de los Baños». De inmediato me redireccioné al sitio indicado y empecé a ver en directo una protesta inédita para el contexto cubano.

Dejando de lado lo anecdótico, existen preguntas que debemos responder para intentar explicar qué causas han convergido para hacer posible el surgimiento de las protestas.

Existen un número significativo de causas que podemos enumerar, sin embargo, por razones obvias me referiré a aquellas que considero fundamentales. Ellas son:

 

La agudización de la crisis económica
La crisis económica en Cuba es endémica, no obstante, existen picos en los que sus efectos se hacen sentir con mayor severidad.

Durante el último quinquenio la salud de la economía nacional se ha agravado, mostrando una nación severamente endeudada, con grandes carencias de insumos y sin un plan creíble para el inmediato despegue económico.

 

La dolarización de la economía primero y la prohibición del comercio en esa moneda después
Con una economía enfocada en los servicios, al surgir la Covid 19, sus fuentes primarias de finanzas, el turismo y la contratación de profesionales en el exterior, fundamentalmente de médicos, sufre una contracción importante que obliga a los jerarcas del castrismo a adoptar medidas desesperadas como la dolarización de la economía.

De un día para otro, cientos de comercios comenzaron a vender sus productos exclusivamente en dólares, impidiendo que la inmensa mayoría de los cubanos puedan acceder con regularidad a productos de primera necesidad. Esta ha sido una de las principales causas del disgusto poblacional al no poder gastar allí la moneda con que el gobierno les paga.

Cuando parecía que los ciudadanos se adaptaban a la idea de la dolarización, llegó una contramedida gubernamental prohibiendo el uso del dólar (moneda) en los comercios. Ahora solo se permite la compra por transferencia electrónica que tiene que ser efectuada desde el extranjero por algún familiar.

Lo que a todas luces constituye un cepo monetario ha sido implementado para atajar la inflación que estaba favoreciendo el mercado informal de divisas en detrimento de la moneda de uso (cup) y de paso hacerse con activos necesarios para amortiguar las deudas que mantiene con acreedores internacionales como el Club de París.

La decisión sirvió para amplificar el disgusto ya existente, sobre todo, entre quienes realizan algún tipo de actividad laboral por cuenta propia, donde se encontraban las mayores reservas de la divisa.

 

Mala gestión de la pandemia
Con una vasta experiencia en la manipulación de la información el gobierno logró mantener por mucho tiempo una percepción de control sobre la Covid 19. Sin embargo, dos factores han atentado contra la eficaz política comunicacional del régimen, por un lado, la entrada al país de una cepa del virus más contagiosa y que ha disparado el número de enfermos hasta un punto que se hace difícil maquillar las estadísticas, por el otro las redes sociales.

El mensaje triunfalista que emiten los medios de información gubernamentales hace cortocircuito con los cientos de testimonios orales y visuales que comparten enfermos de Covid o sus familiares en perfiles de Facebook, Telegram, WhatsApp o Twitter.

Los reportes ciudadanos hablan de fallas importante en los protocolos de seguridad en los centros de aislamientos, de las pésimas condiciones de salubridad o infraestructura que poseen, de las carencias de medicamentos genéricos, de insumos, del agotamiento del personal médico, entre otros, y hacen que la población sienta que es manipulada por los voceros del oficialismo.

 

La llegada de la internet
La internet ha aportado al cubano herramientas que antes no poseía como la inmediatez en la información y el flujo comunicacional. La primera le ayuda a tomar decisiones, a educarse cívicamente, a contextualizar un mundo que ha dejado de ser la cueva del mito platónico. La segunda la posibilidad de debatir ideas, de organizarse, de ejecutar proyectos; y esas son malas noticias para un poder totalitario.

El internet ha llegado en un momento singular en el que está teniendo lugar un cambio generacional, donde la narrativa gubernamental ya no convence por su distanciamiento de la realidad, donde las denuncias a la mala gestión y la corrupción gubernamental están a la orden y donde los activistas pro cambio se las han agenciado para recrear un espacio virtual desde el cual construir nichos de libertad.

Por el momento parece ser que la intensidad en las manifestaciones han ido disminuyendo. Sin embargo, ante la permanencia de las causas que la provocaron y la torpeza gubernamental para dar respuesta inteligente al descontento social, es de augurar que protestas como las vividas el pasado domingo 11 de julio se van a replicar.