La campaña mediática que ahora mismo se encuentra desarrollando el régimen cubano en aras de que se le conceda el premio Novel de la Paz al Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastre y Graves Epidemias, Henry Reeve, presenta a estas brigadas cómo pieza fundamental de esa maquinaria cuasi perfecta, que, según la narrativa oficial, es el sistema de salud pública nacional.
No son pocos los incautos que por desconocer la realidad cubana terminan consumiendo el mensaje y creándose la falsa percepción, de que, en la Cuba de Castro, los médicos son Robín Hood modernos que ejercen su profesión por altruismo y los ciudadanos cuentan con unos servicios gratuitos de salud, donde la calidad y el confort están garantizados.
Sin embargo, basta contraponer a la interesada narrativa el peso de los hechos para que el mito de la salud pública cubana, largamente cocido por los Joseph Goebbels caribeños se derrumbe aparatosamente como un castillo de naipes.
Diluyendo el mito
El sistema de Salud cubano resulta una singularidad en la región de las Américas y el Caribe. Entre la década de los setenta y hasta principio de los noventa, en el país se erigieron modernos hospitales como el Gustavo Aldereguía Lima, inaugurado en la ciudad de Cienfuegos el 23 de marzo de 1979 y el Hermanos Ameijéiras, ubicado en La Habana e inaugurado en 1982.
Ello fue posible gracias a los subsidios que por entonces la economía de la isla recibía del campo socialista, permitiéndole hacerse con una infraestructura sanitaria que no se correspondía con las posibilidades reales del país. Por eso, cuando el bloque de países socialistas de Europa del Este enrumbó el camino hacia la democracia y dejó de mantener al gobierno díscolo de Fidel Castro, el primero que recibió los embates de la crisis fue el sistema de salud pública, que del año 2010 al 2018 hubo de cerrar por falta de recursos financieros, 64 hospitales, un tercio de la capacidad de hospitalización con que contaba la nación.
Un análisis del Sistema de Vigilancia de la Opinión, sobre los Servicios de Salud, presentado por la Unidad de Análisis y Tendencias en Salud en el año 2003, cuando aún no existía el “influjo condicionador” que el régimen le atribuye a las redes sociales, revela que el 62.4% de los usuarios encuestados se encontraban insatisfechos. Aun cuando no he podido acceder a algún estudio institucional posterior, múltiples reportajes periodísticos publicados por medios independientes en los dos últimos años, muestran que el grado de insatisfacción poblacional con el sistema de salud cubano ha aumentado significativamente.
Entre las causas del descontento que se citaban en el estudio se encontraban: “el tiempo de espera y maltrato para acceder a consulta o recibir servicios médicos, la falta de mantenimiento y lamentable estado estructural de las instalaciones. Hacia el presente se fueron sumando otros elementos como la escasez o falta de medicamentos, la necesidad de pagos indirectos a los galenos para recibir un trato esmerado, el aumento de las negligencias médicas, la falta de higiene hospitalaria, la carencia de insumos, instrumental médico, reactivos para análisis clínicos y así, la lista de insatisfacciones se extiende mucho más allá de lo que la prudencia nos permite abordar en la exposición.
Una limosnita por favor
De entre todos los comportamientos anómalos que acompañan al sistema de sanidad insular, existe uno que destaca a la hora de determinar si en verdad tenemos motivos para felicitarnos por el esquema de salud que nos hemos dado los cubanos.
La creciente dependencia que muestra el Ministerio de Salud Pública de las donaciones provenientes del exterior para sostener su trabajo, enseña a las claras, que el esquema de planificación económica diseñado para mantener en funcionamiento tan colosal estructura, deja ver signos claros de fallas orgánicas que amenazan su propia existencia; al menos la concepción actual.
Ante la imposibilidad de costear, partiendo de sus propias capacidades presupuestarias, la actual demanda de recursos económicos que requiere el sistema de salud pública, el gobierno cubano ha acudido a formas de recaudación poco ortodoxas. Desde la venta de servicios profesionales y de fármacos en el extranjero, pasando por la promoción del turismo de salud en la isla, el gobierno cubano lo ha probado todo, pero pareciera que estas iniciativas aún resultan insuficientes. Sucesivos reportes de prensa parecen dar cuenta de que el gobierno comunista ha puesto mayor atención en la recepción de donativos proveniente del exterior, en un intento por cubrir todas las bases.
Aunque la recepción de donativos no es un fenómeno reciente, durante la última década estamos asistiendo a un aumento significativo en la llegada de estas dádivas a los puertos cubanos.
Naturaleza de las donaciones
Las carencias que padece el sistema de salud cubano son abundantes en cantidad y diversidad. Por ello no debería extrañar que la naturaleza de los donativos sea tan universal y que incluya en su cartera Medicamentos, Instrumental médico, insumos, materias primas para fabricar reactivos de laboratorio, fármacos y hasta dinero.
A continuación, muestro una lista parcial con donativos recibidos en la isla, en el plazo de un año y que según las propias autoridades, logran satisfacer la demanda de cientos de policlínicos y decenas de hospitales en todo el territorio nacional. Su composición es clave para entender cuan profunda es la crisis que afecta a la salud pública cubana.
Jeringuillas y agujas, simuladores para la colocación de dispositivos intrauterinos e implantes subcutáneos, guantes, nasobucos desechables, batas de aislamiento desechables, respiradores quirúrgicos de alta filtración desechables, mascarillas quirúrgicas, gafas panorámicas con ventilación indirecta, caretas reutilizables, test rápidos y recursos para la bioseguridad, máscaras, zapatos y desinfectantes, ambulancias Mercedes Benz, ventiladores pulmonares, condones masculinos, Alimentos ,efectos electrodomésticos, artículos de uso personal y alimentos, tubos de ungüento oftálmico de Tetraciclina para infantes, Metildopa, Medroxiprogesterona, Tabletas de Levonorgestrel.
Cómo se gestionan las donaciones
Contrario a lo que pudiera pensarse el proceso de gestión, recepción y distribución de las donaciones no es espontáneo ni fortuito. Existe toda una planeación, una labor activa, intencionada, de parte de organizaciones gubernamentales, que trabajan enérgicamente para a agenciarse de los recursos que urgen al sistema de salud nacional para seguir funcionando.
Para que tengan una mejor idea, tan sólo en lo que va de año, en el contexto de la pandemia, ya suman unas doscientas donaciones recibidas por Cuba.
En ese ajiaco “altruista” formado por organizaciones, empresas e individuos, casi siempre afines ideológicamente al comunismo cubano, se encuentran organismos de alcance universal como la ONU y todos sus ONG satélites como el Fondo Central de Respuesta a Emergencias (CERF) o la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (UN/OCHA), elementos de la izquierda mundial como la Red Canadiense de Solidaridad con Cuba, la Fundación Holanda Pro Cuba, o el Partido La Izquierda, de Alemania, entidades como la empresa Womy Equipment Supply, Nirint Shipping Company, la Empresa Yutong y unos pocos elementos de la comunidad cubana con residencia en el exterior. Cierran la lista países que en pago a favores políticos o de otra índole se suman al carro de los dadivosos.
Tan variopinta masa es enmarcada en una estructura piramidal, cuyo pináculo lo ocupa el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), que dirige hacia la base de simpatizantes con el sistema político cubano, ya sea a través de órdenes directas o sutiles insinuaciones la necesidad de paliar mediante donativos las carencias del momento.
En un portal oficialista encontramos la siguiente reseña: “ICAP (Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos) fue fundado el 30 de diciembre de 1960. Registra Numerosas Brigadas de Solidaridad que funcionan en diversos países y cuyos integrantes visitan con regularidad la isla”.
En los últimos años el ICAP ha asumido la recepción de la solidaridad material que, como consecuencia de la solidaridad política practican los amigos del régimen cubano, todo ello a través de la descomunal red diplomática que posee la isla en todo el mundo, soportada por 124 embajadas, 20 consulados y 3 representaciones.
Por años los funcionarios del ICAP han venido forjando una tupida red de Asociaciones, Brigadas, Colectivos, que utiliza en lo fundamental, para amplificar la propaganda oficial y más reciente en la gestión de recursos, ya sea en especie o metálico, que trasladan hasta el país en formato de donaciones.
Aunque el gobierno no lo hace público, pues debilitaría la tesis de que el embargo económico que ha establecido los EE.UU. sobre la isla es el causante de las penurias y escaseces que padece el programa de salud, lo cierto es que desde 2016 existe un memorando de entendimiento entre el Departamento de Salud y Recursos Humanos de EE. UU. y el Ministerio de Salud Pública de Cuba, que autoriza los donativos desde el primer país hacia el segundo.
Basado en el memorando, recientemente la compañía Wajiro Import & Export, con el apoyo del ex miembro de la Cámara de Representantes de origen cubano, Joe García, hizo aterrizar en el aeropuerto de La Habana, un avión con decenas de toneladas de insumos, entre los que destacaban materiales médicos u relacionados.
De igual modo es práctica habitual que empresas que comercian con Cuba o tienen presencia en ella realicen importantes donativos con el propósito de estar en buenos términos con la nomenclatura comunista.
Pero esto no es todo. Sectores económicos internos como el turismo “animan” a los trabajadores para que entreguen un por ciento de la propina que reciben.
De acuerdo al testimonio dado por un trabajador vinculado al ramo, es el sindicato (Afiliado al gobierno) quien promueve los “compromisos” de los trabajadores para entregar un por ciento de la propina ganada. “En mi centro nos comprometieron a depositar en un fondo común el 10% de lo que recogiéramos como propina”, dijo el entrevistado.
Cada año los aportes que entregan los trabajadores del turismo al Ministerio de Salud suman decenas de millones de dólares.
Que nadie toque nada, yo sólo puedo tocar
Contrario a lo que sucede en el resto del mundo, los donantes no están autorizados a distribuir la ayuda. Es el gobierno cubano el único que se permite el certificado de benefactor y en el mejor de los casos el donante tendrá que conformarse con ver su nombre etiquetado en una caja contenedora o en un reportaje periodístico, hecho que le ha granjeado más de un detractor.
Respondiendo a las críticas, el gobierno asegura que no trata de monopolizar las ayudas y presentarse ante la población como salvador, sino que, se debe a un hecho práctico, ya que es el único actor nacional que cuenta con los recursos y la infraestructura necesaria para la recepción, almacenamiento, traslado y recepción de las donaciones
Sin embargo, organizaciones con experiencia en este tipo de operaciones a escala global como la Cruz Roja Internacional, CARITAS, o la Orden de Malta, por solo citar algunos ejemplos, se han visto imposibilitadas de distribuir de forma autónoma las ayudas gestionadas por ellos.
Un ex trabajador del almacén central de Salud Pública ubicado en la ciudad de Cienfuegos, que pidió el anonimato, recuerda como durante el tiempo que laboró allí vio perderse toneladas de un producto alimenticio que había donado La Orden de Malta para distribuir en los centros hospitalarios, por desacuerdo con las autoridades políticas.
“El donante insistía en que quería distribuir el producto donado, un alimento conformado a base de soja y enriquecido con vitaminas que se destinaba a personas con desnutrición severa. El gobierno nunca lo autorizó y allí se trabó la cosa. Luego de meses a la espera que se tomase una decisión vino un ciclón, se llevó el techo del almacén y todo el producto se perdió”.
La Instrucción General No. 249, del Ministerio de Salud Pública, con fecha del 23 de marzo de 2010, emite las indicaciones metodológicas que establecen los procedimientos para el Control y Tratamiento de las operaciones asociadas a los Proyectos de Colaboración y las Donaciones. En otras palabras, establece el protocolo a seguir para la recepción, almacenamiento, traslado, distribución y entrega de las donaciones que arriben al país.
Ésta aclara el tratamiento que deben tener las Donaciones que recibe el Sistema Nacional de Salud, cómo son las Estructuras Organizativas para la Atención a las Donaciones, las Funciones del Administrador, Contador y Jefe de Almacén, la Recepción y Control de las Donaciones, las Normas Técnicas de las Donaciones, las Normas Técnicas para El Control Estatal de los Medicamentos, la Distribución de las Donaciones, las Donaciones en la Farmacia Comunitaria, el Control Económico y la Contabilización y Disposiciones Financieras.
Percepción ciudadana sobre los usos que el gobierno da a los donativos
Aunque en varias partes del documento arriba expuesto se insiste en que los donativos deben ser entregados de forma gratuita a la población e ir acompañado por una factura donde se indique la procedencia e identidad del donante, – a riesgo de ser sancionado si no se cumple lo dispuesto – abundan los testimonios de ciudadanos que aseguran les han vendido productos donados en entidades gubernamentales.
La falta de transparencia estimula esta percepción. Por ejemplo, el gobierno jamás ha publicado estadísticas que revelen el monto total de las donaciones recibidas en diversos períodos (digamos durante un año), la ubicación final de los donativos, los destinatarios, o el impacto que ha tenido en el sistema de salud cubano.
La gran paradoja
A pesar de las penurias que afronta el sistema de salud cubano, asombra observar como el régimen de La Habana destina una parte importante de los pocos recursos financieros y logísticos que posee a cubrir programas políticos que bajo la coartada de solidaridad internacionalista utiliza para apuntalar a gobiernos afines ideológicamente o para ganar favores.
De acuerdo a un reportaje de la agencia AFP,las autoridades sanitarias cubanas le habían asegurado que durante el 2009 la isla estaba costeando un Programa Integral de Salud gratuito para El Salvador, Bolivia y otra veintena de países,la mayoría en el Caribe, con unos 2.000 colaboradores. Este tipo de programa suele establecerse en países con afinidad ideológica o en los que por razones geopolíticas prima el interés del gobierno cubano o el de sus socios. A esta practica se le conoce como “diplomacia médica”;sin dudas un baluarte insoslayable de la política exterior cubana.
Pero cómo funciona.
El testimonio de la doctora en Medicina General Integral (MGI) Marta Fernández Cordobés, quien cumplió misiones médicas en Haití y Venezuela nos sirve para evidenciarlo.
Relata Fernández como cuando había elecciones en Venezuela cogían a los médicos y enfermeros del programa Barrio Adentro y los mandaban para la calle a regalar medicamentos. Les decían, reparte este fármaco y dile que esto lo manda Chávez. De acuerdo a su declaración los medicamentos procedían de Cuba.
Esta experiencia se replica en otras regiones donde el gobierno cubano tiene una participación activa en la política interna de las naciones donde sus brigadas internacionalista tienen presencia.
Lo absurdo, lo contradictorio es que mientras el gobierno cubano depende en gran medida de las donaciones provenientes de terceros países para mantener en píe su anacrónico sistema de salud publica, destine a labores proselitistas esos recursos dejando a su pueblo en lamentable orfandad.
Aunque aun no aparecen evidencias que lo demuestren, no sería de extrañar que parte de las donaciones que recibe la isla sea redireccionada a cumplir los propósitos arriba expuesto. Del mismo modo en que la población ha confirmado la venta en el mercado interno de donativos destinados a ser distribuidos gratuitamente en comunidades vulnerables, nada de irracional tiene pensar que el régimen utilice parte de las dádivas recibidas para cubrir sus maquinaciones geopolíticas.
Foto: Commons wikimedia.org
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